domingo, 30 de diciembre de 2007
PROMESA DE FIDELIDAD
Abril de 1845
Unos días de soledad, reflexión y oración en la isla de la Solitudine han precedido a la fiesta de mi primer voto.
He entendido, a lo largo de estos dos años, que la pobreza, la obediencia y la virginidad no son, en principio, ninguna situación deseable, sino de vacío, de olvido…
Mi elección, como toda elección, ha significado renuncia de muchas otras cosas que jamás han de ser mías. El placer, el poder y el poseer han quedado fuera de programa. Por otra parte, he descubierto en mí un manantial, una roca… una zona profunda en mi ser que desea crecer y entregarse al Amor por amor.
Al Amor que me llama y no oigo
Al Amor que es camino y me pierdo
Al Amor que es verdad y no entiendo
Al Amor que es vida y yo muero
Al Amor que es gozo y yo sufro
Al Amor que me toca y no alcanzo
Al Amor que me seduce y se aleja
Al Amor que me llena y no siento
Al Amor que me posee y no tengo
Al Amor que busco, añoro, ansío… y se esconde
Al Amor que, pobre, virgen y obediente me va haciendo a su imagen y semejanza…
Voy muriendo a mis egoísmos y la oscuridad viene y me aleja, mientras trato de ser consecuente con una exigencia de servicio que quiero y me siento capaz de realizar. Mientras, voy creciendo. Mientras, me voy enamorando…
Cristo se ha asomado a mi vida, me ha elegido y me he dejado elegir. Cristo presente en mí, seguirá en mí, repitiendo su paso otra vez… En parte, claro, porque yo no soy El, pero su pobreza, su virginidad y su obediencia se harán carne en mí y en mí seguirá haciendo el bien; y en mí seguirá enseñando y curando; y, en mí y por mí, seguirá anunciando a los pobres la Buena Nueva de salvación; y en mí seguirá denunciando; y en mí se hará Cruz otra vez… y otra vez resucitará.
Alfonsa de Ligorio
Unos días de soledad, reflexión y oración en la isla de la Solitudine han precedido a la fiesta de mi primer voto.
He entendido, a lo largo de estos dos años, que la pobreza, la obediencia y la virginidad no son, en principio, ninguna situación deseable, sino de vacío, de olvido…
Mi elección, como toda elección, ha significado renuncia de muchas otras cosas que jamás han de ser mías. El placer, el poder y el poseer han quedado fuera de programa. Por otra parte, he descubierto en mí un manantial, una roca… una zona profunda en mi ser que desea crecer y entregarse al Amor por amor.
Al Amor que me llama y no oigo
Al Amor que es camino y me pierdo
Al Amor que es verdad y no entiendo
Al Amor que es vida y yo muero
Al Amor que es gozo y yo sufro
Al Amor que me toca y no alcanzo
Al Amor que me seduce y se aleja
Al Amor que me llena y no siento
Al Amor que me posee y no tengo
Al Amor que busco, añoro, ansío… y se esconde
Al Amor que, pobre, virgen y obediente me va haciendo a su imagen y semejanza…
Voy muriendo a mis egoísmos y la oscuridad viene y me aleja, mientras trato de ser consecuente con una exigencia de servicio que quiero y me siento capaz de realizar. Mientras, voy creciendo. Mientras, me voy enamorando…
Cristo se ha asomado a mi vida, me ha elegido y me he dejado elegir. Cristo presente en mí, seguirá en mí, repitiendo su paso otra vez… En parte, claro, porque yo no soy El, pero su pobreza, su virginidad y su obediencia se harán carne en mí y en mí seguirá haciendo el bien; y en mí seguirá enseñando y curando; y, en mí y por mí, seguirá anunciando a los pobres la Buena Nueva de salvación; y en mí seguirá denunciando; y en mí se hará Cruz otra vez… y otra vez resucitará.
Alfonsa de Ligorio
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