miércoles, 2 de enero de 2008

Dios sigue llamando


«Hoy, como ayer, Dios nos habla de diversas maneras, pero hay una que no puede fallar: el sufrimiento de la gente.
Joven, tú que en lo más profundo de tu ser te sientes cristiano, no debes tener miedo a endurecer tus manos, trabajando en la promoción del hombre. Hoy no podemos seguir diciendo: Señor, Señor, sino que debemos dedicar lo mejor de nosotros: nuestra juventud, alegría, entusiasmo, riesgo, creatividad… a favor del prójimo. Los cristianos somos antorchas que sólo tenemos sentido cuando nos quemamos; solamente entonces somos luz.
Amar al hermano implica compartir su sufrimiento, su impaciencia, su afán o su alegría y darle una parte de lo nuestro.
Dios nos sigue llamando a comprometernos por su causa, conociendo el Evangelio, metiéndonos en la realidad del pueblo y contando todo esto a los demás».

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